Cómo olvidarte Cerrillos si por tu culpa tengo mujer.  Al ritmo de una zamba, el tema de Marcos Tames describe los carnavales salteños, pegados a la ciudad capital de La Linda. Cada chacarera, cada carnavalito, cada sonido de viento y percusión convergen en un paisaje donde se mezclan los colores –en su mayoría  bien representativos de la Pachamama, Madre tierra- con aromas típicos del lugar: el cóctel perfecto para alimentar un alma viajera.



La noche de Salta delata una fuerte identidad cultural a través de la música y las danzas típicas. La calle Balcarce, altanera pero simple, reúne aromas al compás de las guitarras, bombos y quenas. Los sonidos cambian a cada paso, a cada peña.  Más alejado, yendo por Caseros, la Casona del Molino complementa una buena parrillada con una guitarreada en la mesa. Cada rincón un color, cada color una canción.

Puesto camino a Cachi
Y sobre la calle Buenos Aires la oferta de excursiones delata la belleza paisajística para los turistas. Es que Cachi, a 158 kilómetros de Salta –por la ruta 40-, conserva un fuerte estilo colonial, las calles angostas, la música en la plaza, la feria de artesanías y las comidas típicas. Al pueblo -enclavado en los Valles Calchaquíes y cerca del imponente Nevado de Cachi de más de 6 mil metros de altura- se llega atravesando un camino que incluye el Parque Nacional los Cardones, una postal perfecta para deleitarse con la historia y el paisaje que brinda su vegetación.

¡Salud, Cafayate! Los lugareños brindan a su salud en cada trago, motivos parecen sobrar cuando la copa contrasta con el paisaje de esa ciudad. El viaje hasta allí es un recorrido por las formaciones rocosas más asombrosas: la Garganta del diablo, el Anfiteatro, los Castillos, el Titanic, el sapo, el perfil del indio, empapados de historias, relatos y costumbres del lugar.

Bingo familiar en Purmamarca
Siguiendo para el norte, Entre amigos. Así se siente una peña en Purmamarca. Reúne cantantes, amigos de viaje, y entre una chacarera y una zamba, una zambullida por la historia del lugar luego de un festival de coplas. Qué festival, austero, acabado, el aire se embriaga en un club de Purmamarca:  todos en ronda al ritmo de cada copla, de cada vaso tambaleante. Salpicados de talco, de harina, ansiando el carnaval.

Qué esperar de Salinas Grandes, un manojo de pureza que encandila los ojos de cualquier persona. A 190 kilómetros de San Salvador de Jujuy y a 126 de Purmamarca, miles de hectáreas forman un horizonte blanco que comienza a vislumbrarse pasando el Paso de Jama.
Esta excursión, aclamada por su paisaje, por su inmensidad y por la posibilidad de realizar fotos originales jugando con el blanco, esconde detrás el laborioso proceso de la sal y la exposición que sufren las personas que allí trabajan. Como una hoja en blanco, permite una zambullida a la sensación de la nada misma.

"Me gusta Jujuy mi Jujuy por las noches con la luna alumbrando el camino, y pedirle a un amigo que venga a cantar una serenata conmigo"


La letra de la zamba de Castillo, Yunes y Yacopetti anuncia la seducción de Jujuy. Y es en Tilcara donde se juntan los colores del paisaje, la música, el enero tilcareño, la peña de noche, la caminata de día. El Pucará, la Garganta del Diablo, la peña del Engrupo – de don Faustino- y la de Carlitos.

La Garganta del diablo promete una caminata sencilla; sin embargo, el sol de la tarde tilcareña sumado a cuatro kilómetros cuesta arriba, agota; al mismo tiempo que el paisaje da un aliento a los caminantes para reconfortarlos con una cascada rodeada de precipicios y piedras de distintos colores.
Pucará de Tilcara
El Pucará de Tilcara –hacia el otro lado de la Garganta y a unos pocos minutos de la ciudad- fue parcialmente reconstruido por la Universidad de Buenos Aires, de la mano de Juan Bautista Ambrosetti. Se trata de una fortaleza –según su significado en quechua- ubicada en la Quebrada de Humahuaca. Allí se han descubierto indicios de poblaciones que datan del año 10.000 A.C. Pero, según explican en el recorrido, la ocupación masiva de los pucará corresponde al periodo que abarca entre 1000 y 1480 D.C. hasta la ocupación hispánica. Los lugareños respetan a este espacio en el marco de la memoria por sus pueblos originarios.

Humahuaca
Siguiendo camino hacia el norte, en Humahuaca, lugar de la famosa vaca de María Elena Walsh -la vaca estudiosa- descansan un sinfín de artesanías, música autóctona, el monumento a los héroes de la Independencia y, de fondo, la Quebrada de Humahuaca que, desde el año 2003, es considerada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas.



Cierren la puerta, échenle llave, que de la peña nadie se va(...) Al ritmo de la quena y el siku, las noches en el norte desparraman una energía particular: entre tamales, empanadas y un buen vino, el carnavalito es el broche de oro del recorrido.