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Teresita
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El grito de la Pachamama
¿Qué tiene dueño la tierra? ¿Cómo así? ¿Cómo se ha de vender? ¿Cómo se ha de comprar? Si ella no nos pertenece, pues. Nosotros somos de ella. Sus hijos somos. Así siempre, siempre. Tierra Viva. Como cría a los gusanos, así nos cría. Tiene huesos y sangre. Leche tiene, y nos da de mamar. Pelo tiene, pasto, paja, árboles. Ella sabe parir papas. Hace nacer casas. Gente hace nacer. Ella nos cuida y nosotros la cuidamos. Ella bebe chicha, acepta nuestro convite. Hijos suyos somos ¿Cómo se ha de vender? ¿Cómo se ha de comprar?, se interroga el escritor uruguayo Eduardo Galeano en uno de sus textos, Madre tierra.
Madre tierra, le dicen. Durante agosto se celebra en la región de América del Sur el mes de la Pachamama, una herencia incaica cargada de respeto hacia los recursos naturales y un marco de vida respecto al cuidado de la tierra. En Argentina –sobre todo en el noroeste- las celebraciones invaden el paisaje andino con olor a inciensos, danzas autóctonas y, sobre todo, ofrendas a la tierra, tales como alcohol, tabaco, chica y coca. Las provincias de Salta y Jujuy acaparan los acentuados rituales invitando a la población a participar y a tomar conciencia del cuidado de los cultivos y de las especies que comparten el terreno. Y así es como desde principios de agosto comienzan las celebraciones en homenaje a la Pachamama.
La tierra, la vegetación, la fauna, encierran en sí mismos no solo recursos naturales sino la capacidad de contener rituales. La reunión de una comunidad, la labor cotidiana, el vínculo social y el trabajo. El mes de agosto es elegido para esta ocasión debido a la preparación de la tierra para el ciclo de producción, siembra y cosecha. Sin embargo, durante las últimas décadas las reglas del mercado han arrasado con la heterogeneidad de especies naturales rompiendo con la variedad de la madre tierra. Y así, los campos se vuelven cada vez más homogéneos.
Los sikuris seguirán sonando mientras el ritual se muestre de generación en generación y se haga amplio, contagioso. Según la tradición, en agosto a la Pachamama hay que alimentarla. Mientras que en los pueblos del norte todo pareciera poco para honrar y agradecer a la tierra, el comercio avanza y la venta de terrenos no cesa. Tal vez el ritual y el agradecimiento deberían ser a diario. Perdón y gracias madre tierra, como dicen en el norte mientras realizan la ofrenda.
This entry was posted on jueves, septiembre 03, 2009
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